"... Porque el lenguaje de la cruz
resulta una locura para los que se pierden; pero para los que se salvan es
poder de Dios" 1Cor. 1, 17-20 En el Antiguo Testamento y en toda la
cultura religiosa antigua, la cruz es tan solo un instrumento de suplicio, sin
ninguna connotación salvífica, la cruz era vista como escándalo, derrota y
humillación. Cuando Jesús entrega su vida en la cruz esta toma un nuevo
significado: La expresión máxima del Amor y de la condescendencia de Dios. En
el N.T. La cruz es el camino que conduce a la gloria, a la vida eterna (Jn.3,
14).
Se sabe que a partir del siglo IV la
cruz ha sido el símbolo por excelencia para representar a Cristo y su misterio
de Salvación, por tanto quienes somos católicos cristianos deberíamos
comprender que así como esperamos participar de la gloria de Cristo también
participamos de su cruz. En ella todo
sufrimiento encuentra sentido porque Dios vence al mal con su propio dolor y
nosotros al rechazar el sufrimiento perdemos la oportunidad de unirlo a los
meritos de Cristo para que se convierta en beneficio personal y comunitario.
En la película “Los niños de China” se encuentra la historia de un joven egresado de la Universidad de Oxford que a mi parecer es interesante verla ya que en el film se aprecia cómo cada persona responde de manera diferente a los retos encontrados en situaciones límite de la vida personal, social y política según lo aprendido y de acuerdo a lo sembrado en su corazón.
En la actualidad los más jóvenes desean encontrar en sus padres,
profesores y formadores personas humanas, congruentes y con capacidad de líder,
ellos aceptan las correcciones e incluso se sobreponen a una desilusión cuando
se sienten amados, aceptados y escuchados, cuando la corrección amerita una
sanción explicando las razones y siendo estas coherentes con el error cometido
son capaces de asumir la consecuencia de sus acciones. Si por el contrario crecen
en realidades con actitudes hostiles, respuestas ásperas y con las correcciones
impropias de no haber obtenido provecho alguno de los compañeros más débiles o
de ganarse la estima y apoyo de quienes representan una autoridad para ellos a
costa de información o favores, estaremos en no pocos años frente a personas
que no tienen nada que perder, nada que temer y nadie a quien respetar.
Todos desde jóvenes contamos con una historia personal en la cual nos
apoyamos para afrontar los retos que se nos presenta en la vida y desde nuestra
experiencia deberíamos comprender a nuestros jóvenes porque para nadie la
existencia ha transcurrido sin dificultad alguna. En algún momento también
necesitamos de quien nos guiará, quien nos aconsejará y nos enseñará a vivir, a
salir de los pequeños o grandes problemas. Gracias a Dios contamos con una
familia, con amigos y con buenos guías pues entonces seamos para nuestros
jóvenes no lo que ellos esperan de nosotros sino lo que Dios espera de nosotros
después de habernos concedido infinidad de gracias.
Si algún joven tiene la posibilidad de estudiar una carrera
profesional o técnica y nos pide consejo para tomar una decisión acertada,
dediquemos un poco de nuestro tiempo a dialogar pidiéndole a Dios que nos
ilumine y descubrir con la ayuda de Dios en el dialogo, el interés del joven o
jovencita, sus aspiraciones y la posibilidad de oferta laboral que pueda
encontrar él o ella, después de la conversación acompañémosle con la oración sintiéndose
corresponsable de ellos por haber confiado en nosotros. Pues recordemos el
Evangelio según san Marcos capitulo 9, 30-37 que a la letra dice “El que recibe
a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí"
NUESTROS JÓVENES ESPERAN DE SUS PADRES, MAESTROS Y FORMADORES QUE CREAMOS EN ELLOS.
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